Perdámonos en compañía.

Dicen que hay cosas que tienes que tener claras a determinada edad, que ya no se puede andar con chiquilladas y que hay que empezar a pensar las cosas, a tener unas pautas, unas normas, y que esas normas hay que cumplirlas. Claro está que una cosa es lo que dicen y otra lo que nos de la gana de hacer, creo que hay una norma que te dice de estar a las nueve en casa, pues yo te propongo otra aún mejor, y es saltárnosla y escaparnos lo más lejos posible, donde quiera llevarnos la carretera, no te fijes en el paisaje, solamente siente la velocidad del viento impactando contra tu cara y esboza la sonrisa mas bonita del mundo. Simplemente pasemos kilómetros y kilómetros abrazados hasta llegar a un lugar donde no se oiga nada en absoluto, donde no desentone nuestro silencio y donde nuestras miradas se puedan perder  entre nuestros labios, ese lugar será el idóneo para pasar horas y horas sentados uno en frente del otro dejando que el silencio hable por nosotros, dejando que la humedad del mar haga que poco a poco nos tengamos que juntar más y más hasta conseguir una temperatura constante, una temperatura entre tu cuerpo y el mío desatando unas ganas irremediables de besarnos; acércate, más, aún más, perfecto ahora prácticamente no hay distancia que nos separe, creo que este es el mejor momento es el momento donde noto tu respiración acelerándose y siento como poco a poco nuestros labios se entrelazan. Me encanta rodearte la cintura y poder acercarte aun más. Creo que la noche empieza a caer, pero lo único que quiero en este momento es correr hacia el agua y zambullirme en lo mas profundo, dejando que tan solo nos ilumine la escasa luz de la luna.