Tu nombre es lo que está en mi cabeza treinta y siete horas diarias. Estoy obsesionado con el momento en el que te dije 'no te vayas, quédate conmigo'... Si ese momento en el que te volviste hacia a mi gritando que me querías, lo gritaste, te expusiste a que miles de personas te oyeran, y por eso lo hiciste, porque en el fondo me querías y no soportabas irte sin decir te quiero, sin que se enterase todo el mundo. Ya recuerdo porque me enamoré de ti. ¿Recuerdas aquel domingo? Chocaste conmigo saliendo del tren, veníamos del mismo lugar, nos habíamos visto ya un par de veces, incluso nos habíamos sonreído, ¿destino? No. ¿Amor? Quizás. Saliste del tren con tus cascos puestos, parecía que flotabas, no te hacía falta pisar para crear el caos, para revolucionarnos a todos, pero con esa cara... Empapada en lagrimas. Tu caminabas apresuradamente por la estación, yo no quería perderte de vista y te seguí. Y después de quince minutos, te diste la vuelta y te lanzaste a mis brazos, gritando que no podías mas, que no querías vivir... Los dos, tirados en el suelo, entre decenas de personas mirándonos. Tu llorabas por tus problemas, yo lloraba porque tu llorabas. Y ahí empezó todo. Es prácticamente increíble, si, no os lo creía si no queréis, pero nuestra historia también fue increíble.
No sé que decirte, estoy llorando... Lloro porque no puedo vivir sin ti, y como sin ti no vivo, esto se acabó.
Después de mucho tiempo, toca retomar esto un poquillo. Respondamos todo lo atrasado pues, y retomemos la historia. SOMOS TONTOS PORQUE NOS QUEREMOS NUNCA ACABARÁ